El teatro, siempre ha sido un espejo de las pasiones humanas. Desde sus inicios en Grecia, ha sido un camino donde el alma humana, sus miedos, alegrías, sufrimientos han sido expuestas, queriendo encontrar respuestas a las muchas preguntas sobre nuestra existencia y sobre nuestro proceder como seres humanos.
A lo largo de los siglos, lxs dramaturgxs han escrito sobre aquello que sucedía en su comunidad, su ciudad, su país y en el mundo entero, tratando de plantear una reflexión, un llamado a la conciencia y que el ser humano pudiera verse como es en realidad, sin importar que tan cruda, injusta o repelente nos parezca esta imagen.
Diferentes directorxs y teóricxs del teatro, han tomado de su tiempo un estilo de “hacer teatro” en contra o a favor de lo que estaban viviendo, pero sobre todo, desde la necesidad de expresarse, de provocar algo en el/la espectador(a), desde la mera diversión, hasta una identificación, una reflexión, un movimiento, una conciencia de aquello que podemos cambiar, si nos atrevemos.
El teatro, ha sido y es un hecho social, donde cada individux involucradx en su hacer, no puede permanecer impasible ante lo que se va creando antes sus ojos, su piel, sus emociones, sus sentidos.
El teatro despierta pasiones y pensamientos adormecidos, nos invita a ver y sentir, a conectar con nuestra esencia como ser humano, aceptarla y admitir lo que somos, para poder cambiar aquello que no nos satisface.
Grandes precursores de la psicología humanista, como Moreno o Perls, por nombrar algunos encontraron en el teatro un camino para acompañar a las personas en la superación de sus conflictos personales, o sociales.
Más tarde, otrxs investigadorxs en el campo del alma humana desde el quehacer teatral como Augusto Boal con su Teatro del Oprimido y posteriormente con las Técnicas de El arco iris del deseo, desarrollaron un trabajo donde el teatro constituye la principal vehículo para que una comunidad o una persona pueda encontrar en sí misma aquello que le hace falta.
Boal afirma: ”Todo ser humano es teatro, aunque no todos hacen teatro. El ser humano puede verse en el acto de ver, de obrar, de sentir , de pensar. Puede sentirse sintiendo, verse viendo y puede pensarse pensando. ¡ Ser humano es ser teatro! (…) El teatro es una terapia donde se entra en cuerpo y alma, soma y psique”
La visión de Boal nos dice que si un actor es capaz de encontrar en él personalidades con las cuales encarnar personajes que viven en la anomia, en una persona “enferma” (en el sentido menos peyorativo de la palabra) puede encontrar dentro de sí una personalidad sana, coherente y con tendencia a la auto regulación organísmica que puede entenderse como : ” una confianza básica en ser uno mismo y en la naturaleza humana y que ésta, entregada a su suerte y libre de interferencias, sólo nos podía llevar a un lugar bueno y sanador, un lugar de espacio e integración de todos los aspectos de la personalidad” (Garriga, J).
En el teatro podemos encontrar una vía hacia la transformación personal en la búsqueda del bienestar psicoemocional. Al entrar en contacto con nuestra pasiones y comprender que nuestro cuerpo físico, mental y emocional forman parte de un todo que nos integra y nos diferencia como personas, nos otorga una identidad única y nos permite entrar en contacto con infinidades de experiencias: observar lo que se ve,escuchar lo que se oye, sentir lo que se percibe, de una manera espontánea y creativa.
El conocimiento y aceptación de nuestras fortalezas y debilidades, nuestras conductas (aprendidas y heredadas) , de aquello que bulle en nuestro interior y que espera una oportunidad para ser expresado, es el primer paso para transformar lo que nos hace daño, reforzar lo que nos permite ser plenos y continuar nuestra vida desde un punto de vista mucho más equilibrado, confiando en nosotros mismos y nuestra tendencia a ser individuos sanos, sin renunciar a la experiencia de vivir una vida a nuestro favor.
Nathalia Paolini
Lic. en teatro/ Teatro Terapeuta
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