Hace poco se publicó una entrevista realizada a Juan Mayorga en el suplemento del País. El siempre genial dramaturgo contestaba así a la pregunta sobre si el teatro está permanentemente en crisis:
"Heiner Müller (dramaturgo alemán) decía que el teatro es crisis. El teatro vive de las situaciones inestables que se convierten en conflictos fértiles para la creación. Y en lo económico, el teatro, que se ha hecho en palacios y en caminos, es un arte preparado para resistir toda crisis. Ese dispositivo que crearon los atenienses es extremadamente ambicioso pero extremadamente sencillo en lo material. Nosotros podríamos decir: “vamos a hacer teatro esta tarde” sin otros medios que los que ahora están en nuestras manos. El teatro puede responder a cualquier crisis y sobrevivirá a cualquier crisis"
Desde Incierto, lo suscribimos totalmente. Es más, me ha recordado a las veces que hemos actuado en pequeños locales, en peñas sanfermineras sin equipación técnica ninguna (más allá de la que nuestro buen Josemari era capaz de traernos), en salas multiusos, en rincones de lo viejo e, incluso, en comedores de colegios
El teatro, esa grandeza que nos permite conectar con nosotrxs y con quien nos observa. ¿Importa dónde se represente si consigue su fin último: Conmover?
Más adelante, en esta misma entrevista, comenta que muchxs ayuntamientos y gestorxs "acaban confiando solo en determinados productos que, o bien son muy fáciles para muchos espectadores, o bien están liderados por actores famosos, que a veces son extraordinarios y a veces no son los mejores. Hay un tipo de trabajo que está siendo censurado. Eso es malo para las compañías, que no pueden mostrar ese trabajo; es malo para el espectador, que no puede acceder a ese espectáculo; y finalmente es malo para la ciudad entera. Una ciudad sin teatro es más pobre, menos capaz de imaginarse a sí misma de otra manera, y por tanto es más frágil frente a esta crisis y frente a cualquiera. Y ahí es donde debe intervenir la política cultural"
Una vez más nos enfrentamos a la tantas veces escuchada frase de..."el público sólo quiere comedias, sólo quiere venir a divertirse..." Y no es cierto. Porque más allá de si es comedia, tragedia o teatro experimental, una buena obra es una buena obra.. Y una buena obra es aquella que como dice Juan Mayorga "habría de ser capaz de asaltar a un espectador como un asaltador de caminos al confiado paseante. Si el teatro no es capaz de desestabilizar de algún modo las convicciones del espectador, si no es capaz de ponerle ante buenas preguntas, está siendo irrelevante. Hay espectadores que agradecen un arte que los sorprenda, que abra heridas. Y ese es el espectador para el que debemos trabajar. Para el que solo busca obediencia, o eso tan triste que es matar el tiempo, ya hay una industria cultural trabajando con enorme eficacia".
Termina con un ejemplo maravilloso de la fuerza que tiene el teatro, del por qué no morirá nunca, de por qué volveremos a jugar una y otra vez a hacer teatro, de por qué... estamos envenenados por su capacidad de conmover: "Mi primera experiencia teatral en Francia fue con una compañía muy modesta, que representaba una de mis obras en un teatro periférico. Hacía una noche de perros. Vi 50 espectadores y percibí que no eran familiares de los actores (que tampoco eran famosos) y, por supuesto, no habían ido ni por la obra ni por mí. ¿Por qué estaban allí esas personas?¿Por qué habían dejado una casa caliente donde probablemente había una pantalla con los mejores actores del mundo? Habían salido por el teatro mismo, porque el teatro los había envenenado algún día. Siempre me digo que nuestra obligación es que esa gente vuelva. ¿Cómo se hace esto? Recordando que el teatro debe ser un acto de amor a la gente. Descubrirlo como un lugar de crítica y utopía. Si se hace así, el teatro irá extendiendo su fuerza"